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Diversidad Funcional Reus exige respuesta a sus más de 5.300 firmas para una ciudad más accesible

 

 

«Hasta que los políticos que gobiernan esta ciudad no accedan a reunirse con nosotros, seguiremos manifestándonos cada 15 o 20 días», avisa Julián Fuentes, miembro de Minusválidos Reus. El colectivo llevó a cabo este sábado una nueva concentración frente al Ayuntamiento para reclamar «un Reus más accesible». «Si desde la plaza no nos oyen, posiblemente un día tendremos que entrar», apunta Fuentes.

La protesta contó con la presencia de representantes vecinales, como el presidente de la Associació de Veïns I de Maig, Eduardo Navas, que explica que «lo que quieren es que se les responda a las más de 5.300 firmas de vecinos que presentaron al gobierno hace unas semanas, porque eso ha quedado ahí en un cajón como si no hubiera pasado y nadie se merece ese trato».

Minusválidos Reus pide facilidades para que «todo el mundo pueda circular con normalidad por la calle» porque «todos pagamos nuestros impuestos». El colectivo, al frente del cual se encuentran también Antonio Pujol y Francisco Arroyo, ha inventariado ya alrededor de 200 puntos negros en su web, aunque «en realidad son muchísimos más, esto solo es el principio».


 Paseo imposible por Reus

En silla de ruedas, callejear, comprar el pan o tirar la basura no es tan fácil. El ‘Diari’ acompaña a Julián Fuentes, del colectivo Minusválidos Reus, en un recorrido de 600 metros por el centro plagado de barreras «que nos prohíben vivir»


 


Adoquines, aceras demasiado estrechas, baches, escalones y terrazas de restaurantes salen al paso de quienes tratan de moverse en silla de ruedas por Reus. El Diari acompaña en un paseo por el centro de la ciudad a Julián Fuentes, uno de los impulsores del grupo Minusválidos Reus que, este septiembre, registró en el Ayuntamiento 5.365 firmas de ciudadanos reclamando la eliminación de las barreras arquitectónicas.

El colectivo ha identificado ya cerca de 200 puntos negros en todo el municipio «y aún quedan otros muchos». Bajo su mirada, la ruta se ve diferente y afloran los problemas: gestos cotidianos para el resto como entrar en un comercio o hasta alcanzar los contenedores de la basura se vuelven casi imposibles.

El lugar de partida es el Mercadal. En los alrededores de la plaza «se acumulan buena parte de los inconvenientes con los que nos encontramos cada día los que tenemos poca movilidad», apunta Julián. Al entrar en la calle de Les Galanes, «no hay forma de evitar los adoquines», lamenta entre el traqueteo de la silla. Una joven que empuja la de su madre le oye y se le dirige: «Hay muchos baches y venimos tumbos».

A primera hora ha llovido y «al mojarse, el suelo todavía se nota más resbaladizo; imagínate cómo es esto para alguien que use muletas», se queja el hombre.

Julián quiere entrar a comprar el pan, pero no puede. Hay un escalón. Mira a través del escaparate de una tienda de ropa donde tampoco encuentra ninguna rampa. ¿Y cómo se las arregla? «Si necesito algo, tengo que mover los brazos hacia arriba para hacerme ver desde fuera, que los dependientes me detecten, pedir el producto y que me lo traigan, esperar el tique, darles el dinero, que me devuelvan el cambio... Es un espectáculo y la gente mira», relata

 

 No pedimos que quiten los adoquines ni las terrazas, pero sí que creen franjas por donde pasar. Queremos movernos por la ciudad igual que todos

 

Al girar, ya en la calle de la Presó, el miembro de Minusválidos Reus celebra que «esta zona está fenomenal». Pero la alegría le dura poco. Nada más embocar las Carnisseries Velles, se topa con que «en la franja que no tiene adoquines, ponen terrazas, así que debo ir saltando las piedras con la silla».

«Los riñones sufren lo suyo pero, además de eso, con el tiempo las ruedas se deterioran y se acaban rompiendo», detalla. «También hay pizarras y maniquíes que ocupan parte de la zona peatonal» pero, «bueno, al fin y al cabo, estando las terrazas, el resto no puede generar inconvenientes mayores que ese», se resigna.

Papeleras y arquetas de suministros

De regreso al Mercadal, baja por la calle Major hacia la plaza del Teatre a través de la calle de la Puríssima Concepció. De nuevo, Julián trata de esquivar los adoquines, pero allí es peor. «Las papeleras pegadas a la pared me quedan a la altura de la cara y, si quiero ir por la parte llana, no puedo evitar chocar», constata.

«Solo con que el espacio libre de empedrado fuese un poco más ancho, estaría resuelto», pide. Y aclara que «no quitar los adoquines ni las terrazas, solo que creen franjas para pasar». Las ruedas se le atascan en varias arquetas del gas, algunas sin tapa, y se le atoran en huecos en los que faltan baldosas.

El hombre conoce bien el final del itinerario, la plaza del Baluard. En los alrededores está el piso donde reside. Señala los contenedores. «Tienen las bocas contra los setos y no dejan margen para que yo pueda entrar, accionar la palanca y tirar las bolsas dentro, así que tengo que dejarlas al lado», denuncia.

Sobre el mapa, apenas 600 metros de recorrido al que «le sobran obstáculos y le falta normalidad para que Reus sea de todos».

 

 

«De las 5.365 firmas que entregamos hace justo un mes pidiendo mejoras en la vía pública para las personas con movilidad reducida, el Ayuntamiento no nos ha dicho nada», lamenta Julián Fuentes, integrante del colectivo Minusválidos Reus. El grupo llevó a cabo la mañana de este miércoles, 5 de octubre, una concentración abierta a toda la población en la plaza del Mercadal para reclamar «una ciudad con más movilidad y menos barreras arquitectónicas». Y avisa de que la misma protesta «seguiremos convocándola cada diez días hasta que se nos dé alguna solución».

Julián se mueve en silla de ruedas y denuncia que «entre las baldosas rotas, rampas demasiado altas, pizarras de bar y maniquíes de tiendas de ropa... casi es imposible salir a la calle». El colectivo, al frente del cual se encuentran también Antonio Pujol y Francisco Arroyo, ha inventariado ya alrededor de 200 puntos negros en su web www.minusvalidosreus.org, aunque «en realidad son muchísimos más, esto solo es el principio». «Queremos que arreglen las aceras, los pasos de peatones, los accesos a los comercios y, en general, las calles por las que no podemos circular con normalidad igual que el resto de personas», apunta Antonio.

La peor zona de la ciudad es «el entorno del Ayuntamiento, la parte antigua», especifica Julián, que dice que «en los tramos en los que aún hay adoquines es muy complicado porque, cuando llueve, resbalan».

Una treintena de personas acudieron a la llamada de Minusválidos Reus para visibilizar su protesta frente al edificio consistorial. Algunos destacaban que «no tenemos opción de llegar con la silla a sitios como el cementerio» y «es complicadísimo entrar en la comisaría de policía sin ayuda de alguien». Otros se quejaban de que «en algunas tiendas no podemos entrar y tenemos que pedir las cosas a gritos, desde fuera, hasta que se dan cuenta y nos atienden».

Silvia Rodríguez, que se sumó a la concentración, explica que «sugerí al alcalde, a través de redes, implantar un sistema para que quien se encuentra un obstáculo pueda fotografiarlo y enviarlo al Ayuntamiento para que actúe, pero no lo han hecho».

«Tenemos problemas para acceder a establecimientos, desde bares a ferreterías, y a menudo los servicios no están adaptados», especifica Julián. Las situaciones más cotidianas, según denuncia el colectivo, «nos ponen en peligro». Por ejemplo, «el otro día, crucé un paso de cebra y al llegar al otro lado vi que no podía subir porque faltaban baldosas», recuerda el hombre. Además, «en gran cantidad de rampas tenemos que echar el peso adelante para que la silla no se venza». Varias asociaciones de vecinos apoyan la causa de Minusválidos Reus.

 


 


Ya hemos entregado las firmas al Ayuntamiento

Muchas Gracias a todos los ciudadanos que habeis colaborado

 

 

 

 

 

 

 

 

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